lunes, 30 de julio de 2018

Cajón-de(-)sastre

Te caí de improviso
pero igual me recibiste…
Con tu saco de ceniza,
me acogiste, y de tu cajón de sastre
extrajiste una sonrisa.

No era la de siempre,
no era una cálida, ni divertida,
no era una triste, ni esa tímida escurridiza;
era una comprensiva.

Fue como si tu aura abrazara a la mía;
simplemente ahuyentaste la angustia
reemplazándola por seguridad tranquila.

Soy otro manojo de nervios
que olvidar en el cajón desastre,
pero vale la pena
por lo bien que me hace hablarte.

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