lunes, 7 de mayo de 2018

(Re)Caída libre

Con cada día que pasa,
mi corazón logra masticar un poco más el sentimiento.

La frustración y el dolor
se convierten en un suave ungüento
que alivia mi sufrimiento,
espanta la depresión,
y me cubre con un manto de sonrisas.

Las sonrisas,
son risas que no saldrían de mí
De no ser por ti.

Mis neuronas no han dejado de transportar tus elaboradas palabras, 
esas que buscas transmitir del modo más claro para todos, 
con ese esmero tan característico de ti, 
ese que tanto me gusta de ti.  

Y justo cuando comienzo a sentirme mejor con todo ésto, 
mis sentimientos y obstáculos voy asumiendo, 
se manifiesta la crueldad de la vida, mostrándome esa felicidad que quizas nunca tenga, 
como esa pareja, un hombre y una mujer, sentados en la otra mesa, 
ella tan parecida a ti en apariencia, recordandome -sin querer- 
que probablemente no seas feliz en mi compañía... 
Y que te quiero tanto, que preferiría mil veces verte feliz con alguien más, antes que triste a mi lado.

Y ahora solo quiero gritar. 
Solo quiero golpear algo. 
Solo quiero estrellar mi cabeza contra la pared. 
Solo quiero... quiero... besarte. 
Juro que te besaría tan pronto como vuelva a verte, pero no lo haré. No puedo hacerlo, porque está mal. 

Está mal. 

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