Te miré
y te miré.
Seguí mirándote.
No dejé de mirarte.
Pasó una eternidad
que duró cinco minutos.
Te balanceabas en la silla,
adelante y atrás,
una y otra vez...
Parecías dormida,
o quizás solo cansada...
Quizás es un esfuerzo
para tí, no sabría decir...
Pero me encantó verte,
y verte, seguir viéndote,
y no dejar de verte;
por esa eternidad
que duró cinco minutos...
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